Todos
los días hacemos actividades que se convierten en algo simple y
cotidiano. Nos levantamos, nos duchamos, desayunamos, vamos a trabajar, a
tomar un refresco con los amigos, vamos al cine, al teatro, al
gimnasio. Y nunca nos paramos a pensar de dónde salen todos los objetos
que utilizamos en nuestro día a día. Damos por hecho que están ahí por
arte de magia, sin más, sin preguntarnos por qué están ahí o quién los
ha creado.
Sería
interminable hablar del origen de cada cosa cotidiana que usamos y
desde luego también bastante aburrido. Sin embargo, esta vez analizan
cuál es el origen del carrito del supermercado. Ese objeto tan simple y a la vez tan útil. En Coca-Cola Zero, explican esta interesante historia y muchas otras leyendas más.
Zerolistillos explica que el carrito de la compra
se inventó en Estados Unidos. Todo lo relacionado con el
“merchandising” de gran consumo proviene de allí. En este caso, un
inteligente comerciante judío de Oklahoma, observó en 1937, que los
clientes de su supermercado sólo compraban aquellos productos que podían
acarrear con sus manos, para ser envueltos posteriormente en esas
bolsas de papel tan famosas de dicho país americano. Y casi siempre
sucedía que allí no les cabía todo lo que querían comprar y tenían que
volver una y otra vez a hacer otro viaje para comprar en el
supermercado, hasta por fin llevarse todo lo que necesitaban.
Este
comportamiento no pasó desapercibido para aquel comerciante judío
llamado Sylvan Goldman, que ni corto ni perezoso diseñó una silla con
ruedas para poder trasladar más productos, con mayor comodidad y sin
cansarse tanto. Pero en aquella época, dicho invento no fue muy bien
recibido por parte de los hombres que lo consideraban como empujar un
carrito de bebé, algo que en esa época era concebido solo para mujeres.
Así
que Sylvan Goldman, empeñado en que su invento tuviera éxito, ya que le
conllevaría mayores ventas en el supermercado, contrató a varios
figurantes para hacerse pasar por clientes que utilizaban el carrito y
que hablaban maravillas de él. Su uso no tardó en generalizarse entre
los demás clientes. Unos años después patentó su genial invento y
Goldman se convirtió en multimillonario.
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