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Un beato para el barrio - Fray Juan de Zorroza -

¿Tomó el nombre del lugar donde vivió? O fue al contrario, ¿el barrio adoptó el suyo? Fray Juan de Zorroza fue un fraile mercedario nacido en Bilbao en 1416 que murió lapidado, según algunas fuentes, o asaeteado, según otras, en 1482 en la localidad granadina de Baza, pocos años antes de que los Reyes Católicos, con la toma de Granada, completaran la Reconquista después de 800 años de batallas y escaramuzas sin cuartel.

Vecinos de Zorroza han emprendido, 620 años después, una campaña de recogida de firmas para solicitar su beatificación y, además, recuperar su figura del olvido. «Murió por ir a predicar el Evangelio y por realizar una gran labor social, como era la redención de cautivos. Por esta causa fue martirizado», explica Javier Mujons, promotor de la iniciativa que cuenta ya con el respaldo de más de 300 personas. 

Un libro sobre el convento mercedario de Burceña, publicado a finales del pasado año por el sacerdote Javier Echevarren, despertó en Mujons el interés por la figura del religioso bilbaíno. «Durante los cinco siglos de existencia del convento -asegura- salieron de entre sus muros grandes frailes y obispos, gente muy formada que, incluso, llegaron a ser profesores de la Universidad de Salamanca. Entre ellos, el más notable fue, precisamente, Fray Juan de Zorroza, que ingresó en la orden a la edad de 15 años», destaca.

Mérito más que sobresaliente, en su opinión, para solicitar a las autoridades eclesiásticas su beatificación y, a las civiles, «que le dediquen una estatua o monumento» en la nueva rotonda construida hace escasos meses en la entrada a Zorroza. No importa que el fraile cuente ya con una calle en los accesos al barrio. A juicio de sus incondicionales, se lo merece.

Mujons, técnico electricista, nació en Zorroza, «a escasos metros de donde se encontraba la casa solariega del fraile». Este jubilado, afincado en la actualidad en Romo, destaca del religioso bilbaíno no sólo su labor por rescatar de la esclavitud a los castellanos en poder de los moros mediante el pago de un rescate, sino la importancia que su figura ha tenido para el barrio. «Aquí no hay nadie que haya destacado. Sólo tenemos a esta persona y la tenemos completamente olvidada. Mira si está olvidado que le han quitado hasta el apellido. La calle se llama Fray Juan, a secas. Será por simplificar. Si en Vizcaya hablas de Fray Juan todos piensan en el durangués Fray Juan de Zumárraga»,

En octubre de 1955, Casimiro, Morcillo, primer obispo de Bilbao, creó una comisión pro beatificación del monje bilbaíno, formada por tres personas, a petición del padre mercedario Pío Uribe Arriaga. La terna -asegura Javier Mujons- estaba integrada por Juan Manuel Abalos Cuervo, que dejó la comisión para trasladarse a Madrid y fue sustituido por el archivero del Ayuntamiento de Bilbao, Manuel Basas Fernández; el historiador y catedrático de Deusto, Andrés E. Mañaricua, y Javier Ybarra y Bergé. «Conocer la existencia de esta comisión fue, para mí, un descubrimiento importante. La pena es que todos han fallecido. Tuvieron que recopilar documentación importante y no me explico que desde el Obispado digan que no aparece nada»,

El descubrimiento de la comisión llegó después de que el promotor de la iniciativa popular recibiera «un jarro de agua fría» cuando acudió al Obispado para interesarse por los pasos a seguir. «Me aseguraron que el actual Papa, Benedicto XVI, no es muy partidario de procesos de este tipo. Considera que ha existido mucha manga ancha, por lo que ha decidido cortar».

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